jueves, 30 de junio de 2011

1999

Te recuerdo así, como el año en que te conocí. Y a pesar de que pasan y pasan los años, pasa la gente, pasa la vida y pasa las cosas, te sigo viendo en la mente; y así se sigue moviendo todo, a pesar del tiempo. Te recuerdo en el cruce entre mi calle y la avenida, en aquel cruce que tanto odiaba los Lunes, los Miércoles y algunos Viernes... cuando era verte decirme adios con esa sonrisa natural, esa expresión tranquila y llena de confianza, y yo me sentía triste, y pensaba como amaba ese momento, al verte alejarte, y como lo odiaba, al ver que te ibas. Recuerdo también aquel perfume de todos tus días y de todas tus tardes, ese perfume que me inundaba cuando te sentabas a mi lado en el autobús, que se quedó clavado en mi nariz y en mi cabeza, cuando era un bobo virginal y lampiño, cuando salía a la calle en chándal (estaba en el instituto, era así de triste), cuando tenía miles de pájaros en la cabeza, cuando dejé de saber y de pensar en qué quería hacer conmigo mismo; esos momentos eran los únicos del día en los que tenía claro lo que quería en ese momento, y en aquel momento pensaba que para toda la vida, cuando quería que se parara el tiempo; y quedarme mirandote ahí parado por siempre, sintiendo tu aroma impregnada en mí, y viendote pasar el cruce ligeramente, como aquel amante en secreto que me sentía que era, y que no tenía arrestos de decirte lo que había en mi cabeza.




Doce años... largos. Tres empleos, una carrera aún sin acabar; tres relaciones, dos de ellas que fueron un error, una de ellas, la más duradera, la convertí yo por ser tan imbécil en error; varios affaires, sin ninguna importancia aparte de la meramente carnal; dos accidentes de coche, que podían haber sido más graves de lo que fueron; un proyecto fallido de independencia, y un último año de éxitos pequeños y grandes fracasos, del que llevamos sólo la mitad, y que a pesar de los fracasos intento aún no dar por perdido.




Después de doce años te vuelvo a encontrar, y después de doce años, te sigo viendo igual... has crecido, yo también. Tu eres médico, y yo intento ser abogado; no se si somos diferentes de cuando teníamos 15 años... yo algo cambié, el tiempo quizá me ha endurecido un poco, los palos me han hecho dejar de ser tan bobo como era; tu, no lo sé, te veo igual. El Sábado te vi, me sorprendió verte de lejos, sonriendo a los que te hablaban, charlando con tu amiga, viendo alrededor sin mirar nada, fumando un cigarrillo, tomando un trago, riendole la gracia a quien intenta serlo, volviendo a llevarte el cigarrillo a los labios, hablando con más amigas, posando en la foto... y yo ahí, con mi disfraz de peñista, mirándote con algo de disimulo, haciendome un poco el tonto, perdiendo mi mirada a ratos, para no parecer el esclavo de tu imagen, del reflejo de tus ojos grises y verdes, para no volver a parecerme tanto a aquel bobo lampiño de 1999.




Y después de dos horas ahí parado, escapandome a ratos al baño, o a hablar con unos y con otros, a perderme por reclamo de otros en el borde del escenario... de pronto, te tuve al alcance del brazo, y fruto creo del alcohol (valiente pero dañino amigo, aunque no en exceso), te saludé. Me miraste, me sonreiste, me hiciste una mueca graciosa, y me diste un abrazo, corto, pero suficiente para poder reconocer aquel perfume otra vez, ese perfume que no he vuelto a sentir en nadie... a lo mejor es tu olor, no lo sé, pero volvieron a mi mente mis sentimientos de niño inocente, esa sensación de vacío en el estómago que nunca más volví a sentir, ese vacío tan grande de tenerte tan cerca y a la vez tan lejos...




Pero te hablé, y me sonreiste, y pude hablar, y expresarme. Pero como siempre, no te dije lo que sentía. No hubo tiempo, lo se, pues entre el tumulto y la gente al final no era el lugar. Y como en todos nuestros encuentros, y en todos mis finales, termino con la melancolía del Whisky y el cigarro en la mano, viendo como te alejas. Y como yo, como siempre, me quedo mirando los espacios vacíos de mi falta de valor.


2 comentarios:

Esther dijo...

Abulico, esta canción te viene como anillo al dedo. A mí también y me gusta mucho.Aunque en mi caso, tendrían que cambiar los géneros: tendría que decir: - Esta cobardía de mi amor por él...- Yo ahora no aspiro a nada pero, soy más cobarde... aparte de que no creo que nunca alguien me haya querido de verdad. Realmente no sé en qué me baso para pensar eso pero, es como que lo sé. Me encanta esa canción y nunca me cansaré de ella.

Un saludito.

http://www.youtube.com/watch?v=x4wUEdkP_bM

abulico dijo...

Pero no puedes ser tan pesimista, ya llegará, a veces cuando menos te lo esperas.